martes, 12 de julio de 2011

Nadie

Nadie está exento de sentir. Nadie lo está de reir y llorar. De sufrir y perdonar. 
De mentir o reaccionar. De quedarse o de marchar. 
Nadie está libre de pedir o traicionar. De envolverse o abrazar. 
Nadie está a salvo de la súbita soledad o de la eterna realidad. 
Nadie puede, o en verdad, nadie debe, resignarse a dejarse pasar.
Nadie está suelto de su histórica verdad ni tampoco del anodino pasar. 
Nadie puede quedarse al margen de darse por vencido para amar u odiar. 
Nadie  evitar sonreír o envidiar. 
Nadie, nadie debería estar a un costado de su propia vida, agazapado y asustado,
por el miedo a vivir, soñar y volar. 

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