Pensando en los lugares comunes en los que cada uno de nosotros tiende a sentarse (y teniendo en cuenta las alteraciones que suelen sufrir los mismos), acompañado de una charla con amigos, en donde todo parece resolverse de la manera más simple, empecé a entender y repensar los distintos estados de ánimo por donde circulamos (o donde inconscientemente elegimos ubicarnos) cuando la generalidad a nuestro alrededor es estática, cuando nada cambia. Podemos optar por ser positivos o tener una mirada más optimista (sin dejarnos pisar por el tiempo en esta elección) o por el contrario, pararnos en la vereda de enfrente, al analizar nuestras condiciones recurrentes, cotidianas. Es más, hasta podría intentarse el ejercicio de buscar situarse siempre en un lugar mejor, intentando encontrar de que manera atravesar los instantes con más suficiencia.
Siempre existirán retos, desafíos y piedras en el sendero, más sin ellos, que difícil y monótono se volvería todo.
Pensando esto y a la vez, recordando una querida canción, que reza que "todo depende del cristal con que se mire" entendí que apostar a ganador o sacar un pleno de tanto en tanto quizás no se vislumbre como un imposible y sin deseos de conformismo, tal vez no sea suficiente pero alcance.
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