En la materia en la cual me toca escribir hoy, me autoproclamo como un incansable peleador, con éxito esporádico, aunque, slavo honrosas excepciones, todos pertenecemos a dicho grupo (gigantesco, para dar más percisiones), Parece que todo es cuestión de situaciones, momentos indicados o erroneos; tiempos, para ser breve. En muchas oportunidades nos cuesta encontrar a ese alguien que cambie de raíz la percepción de nuestros días, y de tanto en tanto, cuando lo conseguimos o creemos haberlo logrado, ingresan al partido algunos factores, no muy amistosos, a los cuales (a la fuerza) debemos hacerle lugar. Tal vez no sea cuestión de compatibilidad, ni tampoco de empatía, sino, como alguna vez me dijeron, se trata de estar viviendo desde distintos paisajes, distintas realidades. Como la búsqueda insistente puede volverse monótona, aburrida y hasta desesperada, una buena opción (y muy valedera) es darle a estas cuestiones el debido lugar e interés en nuestras vidas. Parece ser que todo está circunscripto a estados, minutos, y podemos quedar indefensos ante esto. Otra buena filosofía es no desfallecer ante el error y dejar que el reloj de arena, poco a poco, ubique las cosas en su lugar. Las situaciones se suceden o no, y poco tenemos que ver con eso. Será razón entonces, como dice el viejo Fito, de dejarlo pasar, de darle tiempo al tiempo.
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Hace 6 años
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