viernes, 25 de enero de 2013

Tras la ventana

El mundo se define por lo que podemos percibir desde nuestra escueta y precaria optica, sabiendo y a veces olvidando, que existe un además, un otro, más realidades, nuevos lugares por explorar.
Tras la ventana se asoma el Sol y cuando el insomnio ya se convirtió en ladero fiel, por algún costado de esta vasta habitación, tan vasta que obnubila, que nubla la capacidad de razonar y que te encierra en esa tristeza recurrente, aparece una melodía, quizás digitada desde el más allá, para cambiar la suerte, para ampliar el espectro, para entender que por más que esté nublado, un día aclara.
Ese día tenía que encontrarnos de pie, sino ¿con qué fundamento podríamos plantearle, echarle en cara todos nuestros males?
Había que levantarse, despegar la cara del pasado, abrir los ojos, más no sea para recibir el nuevo día, para renovar las esperanzas, para decidir que aún queda todo por hacer.
Había que levantarse, más no sea, para decidir volver a darnos vuelta.


martes, 22 de enero de 2013

Los días rotos

Aún en las condiciones más normales, sería incapaz de convocar a la fortuna para desafiar mis malos pasos. Pero incluso en esa generalidad, ardería en llamas por entender el encono de estos días que corren, como corrieron antes, como corrieron siempre, pero con barro en la cara.
Porque esas civilizaciones paganas, sedentarias, hasta hace unas horas y aún hoy, vierten su contenido hacia la nada, para convertirse en nómadas de un recreo fugitivo. 
Yo sólo observo, sólo los miro pasar. Hoy no puedo interferir en sus rutas, en sus adicciones, hoy me es imposible movilizarme o esbozar un breve llanto, que denote la angustia de los días que se van sin más.
Sin esa propiedad inherente del ser humano que, aunque le haya sido arrebata hace siglos, aún cree propia.
Sin esa libertad de credo, elección y circulación. Sin esa fuerza que empuje hacia el porvenir, por más torcido que este venga. Con la parálisis instalada, dueña de los huesos, explorando cada recóndito lugar para colarse en las entrañas. 
Como ese virus, que anula toda posibilidad. Con los días rotos.