Te empiezo a añorar como al sueño recurrente. Apareces de la nada, intempestivamente solo para demostrarme que hubo un tiempo más feliz. Pero además de la comparación, coqueteas con mi impureza, dirigiéndote hacia la esquina más inalcanzable para mi ser, donde nunca llegaré, porque esa esquina proyecta en el pasado.
Pasaron los días, las horas y entiendo que los recuerdos son remembranzas de esos vestigios que nos quedaron. Sin embargo, te extraño, una vez más, hasta que cambias de figura, te acercas mansamente y me ofreces una tregua. Despojado de los misterios que nos unieron, aún cuando sabíamos que nos estábamos destinados a vivir por siempre, volvemos a darnos la mano, resembrando esa unión que supo morir pero no dejar de existir.
Ahí despierto, nunca estuviste ahí, ni siquiera exististe. Miró el reloj que marca que se pasó la hora y desesperado, emprendo la recorrida para acelerar la rutina a la mayor potencia, porque el mundo no piensa esperarme. No lo hizo nunca, menos lo va a hacer hoy.
Mientras me cepillo los dientes y deambulo por los pasillos de la casa, veo el calendario: "Hoy es 1 de Marzo". Entonces, el tiempo que se hacía eterno, se vuelve finito pero la risa me recorre, porque puedo esperar que eso que nunca existió, se convierta en ilusión dentro de mí, para seguir peleando por el mañana.
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Hace 5 años