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Estamos como queremos. ¿Estamos como queremos? ¿O como podemos? Cuantas circunstancias confluyen y convergen entre y ante nosotros para definir esta hipótesis. Cuantos mandatos, cuantos relatos deberían llegar hacia donde nos encontramos para ayudarnos brevemente a lograr una ínfima parte del cometido. ¿Cuanto de auto-determinación nos rodea y que porcentaje nos excede, inalcanzable? Tal vez los proyectos que estructuremos intimamente se encuentren encaminados, tal vez los afectos nos jueguen una buena mano o quizás no, pero nuestra lucha constante se empeñará (aún imperceptiblemente) en acomodar los casilleros, en recomponer nuestros errores, en iluminar nuestros problemas. Seguramente siempre miremos hacia adelante (sin olvidar, con nostalgia, el atrás) atraídos por ese irremediable magnetismo del futuro perfecto, hasta el fin de nuestros días. Llevaremos valijas enteras de grandes momentos y una mochila inocultable de fracasos. El éxito del viaje se dará, sin obviar vicisitudes temporáreas, de lo que hagamos nosotros con todo eso.